Como ha ocurrido a lo largo de una intensa semana de protestas en Los Ángeles, ayer
miles de manifestantes en más de 80 ciudades del país se volcaron a las calles de Estados Unidos para protestar contra algunas de las políticas del presidente Donald Trump
durante una jornada que fue bautizada por sus organizadores como el ‘Día Sin Rey’.
Aunque la lista de quejas entre los que acudieron era larga, su epicentro fue el rechazo a las medidas migratorias que viene implementando desde que llegó a la Casa Blanca y, en particular, el uso de masivas redadas para detener y deportar a indocumentados.
Si bien la tensión venía creciendo desde hacía semanas, el polvorín hizo erupción el viernes en Los Ángeles,
California, cuando agentes de la Agencia para la Inmigración y Aduanas de EE. UU. (ICE, por su sigla en inglés) ingresaron a comercios locales para detener a decenas de personas que acababan de llegar a sus puestos de trabajo.
La marcha ´'No Kings en Los Ángeles, California.
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Cristian Álvarez especial para El Tiempo
La noticia, que se propagó con rapidez por redes sociales, causó
indignación en una ciudad donde casi la mitad de la población es hispana y muy sensible a la causa de los inmigrantes.
Cientos de personas corrieron a las calles para expresar su malestar, exigir la liberación de los retenidos e interferir con los operativos del ICE. Con el paso de las horas, las protestas se tornaron en disturbios y enfrentamientos con las autoridades, que, a su vez, provocaron más arrestos. Pero lo que realmente cambió la dinámica, y hoy divide a EE.UU., fue la decisión del presidente Trump de enviar a la Guardia Nacional y luego a los marines para contener a los manifestantes.
Gavin Newsom, el gobernador del estado, condenó de inmediato la medida, catalogándola no solo contraproducente, sino una usurpación de poder
. En EE.UU. solo los gobernadores tienen la autoridad de convocar a la Guardia Nacional, salvo que el presidente determine que hay una ‘invasión’ o ‘insurrección’ en marcha o cuando el estado ha perdido la capacidad para controlar una situación de orden público. Algo que, según Newsom, no estaba sucediendo.
Miles de latinos alzan su voz en Los Ángeles.
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Cristian Álvarez especial para El Tiempo
De hecho,
la última vez que un presidente utilizó la Guardia Nacional sin el consentimiento del gobernador fue en 1965, hace 60 años,
cuando el presidente Lyndon B. Johnson la desplegó para proteger a manifestantes que reclamaban por sus derechos civiles en Alabama, pero estaban siendo atacados por las autoridades en la ciudad de Selma.
Para Trump, no obstante, la oposición a las operaciones del ICE, los disturbios en las calles y las banderas mexicanas desplegadas por algunos durante las marchas, más que justificaban la intervención. “Si yo no hubiese intervenido, Los Ángeles estaría hoy ardiendo. Si el gobernador y los demócratas no quieren defender a la población, yo sí lo haré”, dijo el mandatario. El gobernador ripostó casi que con un llamado a la batalla.
“Lo que más desea Trump es su servidumbre. Su silencio. Ser cómplices en este momento. No se entreguen. Si algunos de nosotros pueden ser secuestrados de la calle sin orden judicial, basándose solo en sospechas o el color de piel, ninguno está a salvo. L
os regímenes autoritarios empiezan por atacar a las personas con menos capacidad de defensa, pero no se detienen ahí. California puede ser el primero, pero no acabará ahí.
Otros estados serán los siguientes. La democracia es la siguiente. El momento que tanto temíamos ha llegado”, dijo el gobernador.
El DOJ ordenó investigar las protestas contra ICE.
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DHS/Trump
Para los demócratas, que desde la llegada de Trump a la Casa Blanca han lucido desorientados y sin voz, las palabras de Newsom se sintieron como un bálsamo.
No solo porque el gobernador es un posible candidato a la presidencia para el 2028, sino por el
destape de un tema que pueda unificar al partido.
Desde entonces, las marchas se han expandido a otros estados, con un Trump amenazando con que hará lo mismo en ellos si las manifestaciones se tornan violentas. Para el presidente y sus simpatizantes se trata de un tema de orden público y del imperio de la ley.
De hecho, de acuerdo con Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, lo que está haciendo el presidente es simplemente cumplir con lo que les prometió a los electores que lo devolvieron a la Oficina Oval. “
El presidente prometió la campaña de deportación masiva más grande de la historia y ningún disturbio organizado por la izquierda lo va a distraer de ese objetivo
”, afirmó Leavitt. Si bien el mandato de Trump es claro, lo que genera polémica son los métodos que viene utilizando para implementarlo. Y, en particular, el uso de los militares.
El debate del envío de la Guardia Nacional y los marines
En este momento, de acuerdo con el Pentágono, hay más tropas patrullando Los Ángeles que todos los efectivos que tiene el país en Siria e Irak. Una imagen muy extraña en un país donde las fuerzas armadas, por lo general, se reservan para conflictos externos o la atención de desastres naturales, pero no para implementar la agenda del gobierno de turno.
Más de 50 personas detenidas en Los Ángeles en protestas
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“Lo alarmante no es que un presidente despliegue a las tropas para tareas domésticas. Eso ha sucedido antes. Lo nuevo es tornar a las tropas en un instrumento para implementar una política y justificar la medida, redefiniendo lo que constituye una emergencia, una ocupación o una invasión”, afirma Stephen Vladeck, profesor de Derecho en la Universidad de Georgetown.
Algo en lo que coincide Kori Schake, exfuncionaria de defensa en la administración de George W. Bush y que ahora dirige el programa de estudios de política exterior y de defensa en el American Enterprise Institute. Para Schake
lo peligroso es “la normalización de la participación política de las tropas y las interpretaciones novedosas y expansivas del Poder Ejecutivo
” que impulsa el presidente.
La inmensa parada militar que se organizó este sábado en Washington para conmemorar los 250 años del Ejército, pero que coincidió con el cumpleaños del mandatario republicano, le añadió a esa percepción.
Para el general retirado Russel Honoré, si bien el despliegue de tropas en Los Ángeles probablemente no fue ilegal, claramente tenía un objetivo político.
La propaganda antiinmigrante fue difundida por la Casa Blanca.
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EFE / x: @DHSgov
“No creo que lo sucedido en la ciudad daba para saltarse al gobernador y ordenar el envío de militares. Pero Los Ángeles es un tubo de ensayo para ver hasta dónde puede llegar, no solo en California, sino en el resto del país”, dice este exmilitar.
Eso porque
Trump, afirman los analistas, está empeñado en utilizar todos los instrumentos del gobierno federal,
incluidas las fuerzas armadas, para avanzar en sus objetivos. Como muchas de las decisiones del mandatario, está también será dirimida en las cortes.
Este viernes, un juez federal decretó que la decisión del presidente Donald Trump de saltarse al gobernador había sido ilegal y ordenó retornar el control de la Guardia Nacional a las autoridades estatales.
Agentes de policía se movilizan para hacer cumplir el toque de queda en Los Ángeles.
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Getty Images via AFP
Pocas horas después, una corte de apelaciones intervino para bloquear al juez, devolviendo el control a Trump, mientras las partes presentan sus argumentos en una audiencia prevista para este martes.
Quién ganará este nuevo pulso, en el que también está de por medio el derecho a la protesta pública, es algo que está por verse.
Pero si algo ha dejado claro esta nueva confrontación, es que la grieta que hoy divide a EE. UU. es cada vez más profunda y tiene el potencial de causar una ruptura permanente.